sábado, 9 de abril de 2011

danza sin puertas abiertas________(A. Campillay)

1.
danza o abismo
da igual.

otros cuerpos bailan por mí

dicen mis plegarias.

se abrazan a un sonámbulo
a un pedazo de papel escrito
por desesperación
sin sexo en las e
sin ies
sin lengua
sin contemplaciones.

del otro lado los “otros”
giran gritan dicen
y todos así
reunidos
nos meamos y cagamos
en nuestro dudoso centro.

la danza

y las drogas

son sólo una excusa
para esperar a la muerte despiertos.


2.
sólo después
de una muerte lenta
sucumbe el abismo.

antes está la caída en blanco y negro.

la película muda en donde pierden su valor las palabras
–si alguna vez lo tuvieron–
y esa es una pregunta
que dolerá más
que el mismo vacío

ese en el que el abismo
no tiene nada que ver
salvo por la falta de oxígeno
y el silencio absoluto del corazón

me preguntaba al caer si se me romperían los huesos
o si fue importante la inocencia
de creer que podríamos entrar siempre
en la casa del otro.
canciones como esas
te rompen el corazón.
no importan los huesos
y ya que para que otra mañana sea posible
habrá que nacer de esa fotografía
aplastada contra el pavimento

¿porque en qué otra cosa
puede terminar el abismo

sino en el pavimento?


3.
intento despegar mi alma adherida a la piedra.

entre la vereda y la calle.

en la puerta de casa de un amor
que fue grande mar
desierto
río
hogar
e intento de suicidio.

así como cayeron
antes que sus almas
las hojas del bosque en donde se contaron
las historias que sostienen todavía
algunas de sus canciones
–tal vez las únicas canciones que cantarán para siempre–

cayeron con tristeza las verdades
de su destino.

si llueve – pienso –
quizá pueda despegarme

y así caminar lejos de la puerta
por la que ya no puedo entrar.


4.
¿podré despegarme del pavimento?
amanece y tengo miedo.
la tristeza es la mesa y el alimento
de una espera tan áspera como necesaria.

porque hay algo más
luego del abismo
tras el final de la caída misma

y es la agonía

de la que –si consigo despegarme de la piedra–
nacerá
–creo–
la mitad de una sonrisa
el tenue perfume de una canción
el aleteo imperdonable de un latido.

así luego del yo en llamas
la mañana en silla de ruedas
tratará de recordar mi nombre.

será quizá lo último
que tendré que arrancarle al pavimento.
en la puerta de casa de un amor
que fue grande mar.
y del cual sólo para no morir
imagino algunas de sus canciones
soplarán para siempre en el viento

aunque estén cerradas las ventanas
y las puertas de los hogares que conocieron.

5 comentarios:

Nahuel dijo...

El poema (o los poemas)me parece bueno. no es de los mejores que he leído de Campillay, pero aún así suda su verdad.
recomendaría tener cuidado con las puntuaciones, y agregar algunos espacios en blanco para que respire el texto.
hay partes donde hace falta releer porque pierdo el hilo de lo que viene diciendo, como esta:
"la película muda en donde pierden su valor las palabras

–si alguna vez lo tuvieron–

y esa es una pregunta

que dolerá más

que el mismo vacío

ese en el que el abismo

no tiene nada que ver

salvo por la falta de oxígeno

y el silencio absoluto del corazón

me preguntaba al caer si se me romperían los huesos

o si fue importante la inocencia

de creer que podríamos entrar siempre

en la casa del otro."

Anónimo dijo...

imagen precisa de la muerte: "el silencio absoluto del corazón". despojos de una fiesta en la que todos bailan solos, bellos residuos que recuerdan cuán finitos -aunque gruesos- somos. la fuerza nocturna que te conozco está presente en estos versos, pero lo visceral también tiene sus consecuencias: hay cinco sonidos "qu" en tres versos, al final de 2); lo vi con la oreja.

tomás

Anónimo dijo...

Me gusta esta frase:

"la película muda en donde pierden su valor las palabras"

porque me hace pensar en lo tremendo del silencio cuando se apaga la pantalla; en que cerrar los ojos cansados o extasiados de mirar es una prueba más de que el día existe fuera de tiempo y de lugar; y que, en definitiva, somos -parafraseando a Borges- un sueño que alguien está soñando desde el otro lado...

Las metáforas son fuertes y originales.

Coincido con Nahuel en lo de la puntuación a "quemarropa" antes de tiempo; y con Tomás en lo de las repeticiones innecesarias. Leer en voz alta es un buen ejercicio para respirar esas palabras cargadas de valor donde no lo hay.

Salu-dos con el corazón y las medias.

Clarissa dijo...

esta imagen sin dudas me encanta!

..así luego del yo en llamas
la mañana en silla de ruedas
tratará de recordar mi nombre.

el poema lo es, deja ese sabor.
lo que no me cierra del todo es Lo nombrado como 3, se apura por develar..
Creo que tiene buen ritmo, no me molesta la puntuación, si el Que repetido que ya delataron.
abrazo!

adrian campillay dijo...

muchas gracias a todos por sus comentarios! la razón por la que expuse este texto es que no termina de cerrarme, sin saber exactamente por qué. Gracias Tomás, su oreja guerrera podría afinar pianos.
Es verdad lo de leer en voz alta Darío, me recuerda a mi amigo José Campus, quien se repetía incansablemente los poemas en voz alta mientras caminaba. Y por último es verdad lo de 3, Clarissa, además su contenido se recrea en 4.
Con todo: el poema tiene más problemas de los que quería ver. Un abrazo.